Nuestra condición terrenal no debe interferir en la vida espiritual

Santiago 1:8-11.
Leyendo Biblia
Kelly via imágenes pexel

INTRODUCCIÓN

Ésta porción que estudiaremos ahorita, personalmente es de las que más me llaman la atención de toda la carta de Santiago. Porque trata un tema delicado, y que pocas veces se toca en las iglesias.

No es un secreto que dentro de la Iglesia existen personas de diferentes clases sociales y económicas, de hecho Santiago da cátedra de cómo los líderes eclesiásticos deben tratar a todas las personas de su congregación, sin hacer distinción de ellas, en 2:1-13.

Sin embargo el pasaje de hoy no trata de ello, sino lo contrario, ya que habla de la conducta que las personas deben tener para su iglesia, sin importar su nivel económico.

La enseñanza de hoy no es sobre finanzas, sino de cómo deber ser el corazón de cada persona para el reino de Dios, SIN IMPORTAR QUE TAN POBRE O ADINERADO SEA.

Pero antes de ese tema, en el versículo 8, Santiago hace un paréntesis entre lo que conversamos hoy en la mañana y lo que hablaremos en ésta enseñanza. Comenzaremos entonces viendo, que trata este paréntesis.

1. LA INCONSTANCIA ES LA PIEDRA EN EL ZAPATO. Santiago 1:8.
  • Muchos creyentes hoy en día tienen la mentalidad que deben tener bien separadas su vida espiritual, de todas las demás áreas que le rodean. Que nada tiene que ver Dios con su vida laboral, con su vida financiera, con su vida sentimental. “Las cosas de la iglesia son una cosa, mi vida privada es otra” dirán muchos.
  • Sin embargo no hay nada más falso que pensar así, y más bien esa mentalidad trae una inestabilidad muy grande a los creyentes cuya forma de pensar es esa.
  • Santiago dice “la persona de doble ánimo (doble alma) es inconstante (inestable) en todos sus caminos.
  • Si hay algo perjudicial para una persona es NO DEFINIRSE Literalmente hay gente dentro del cuerpo de Cristo que tienen su ALMA DIVIDIDA. Quieren agradar a Dios, pero no se comprometen de lleno con Él. No le ceden todo el control, de cada una de las áreas de su vida. Así Dios no puede gobernar. Si vamos a formar parte del grupo de redimidos del señor, debemos consagrarnos como tales. Ser fieles a los cultos, desarrollar nuestros dones y talentos. Ser columnas de la iglesia local.
  • Las personas sin compromisos con Dios, son inconstantes en todos sus caminos… Su futuro no tendrá firmeza. SI NO ESTAMOS SÓLIDOS CON DIOS, LOS DÍAS QUE SE NOS VIENEN SERÁN AMARGOS, SIN PROVECHO, SIN FRUTO.
    Las personas inconstantes se distinguen por estar presentes, pero ausentes a la vez. Creen que ser miembro de una iglesia, servir en ella, ofrendar en ella, es algo muy pesado para sus Se pueden identificar porque le huyen a los compromisos. El resultado para personas así está allí. Y nadie puede vivir con gozo al lado de alguien inestable.
2. UN LLAMADO A LOS HERMANOS DE HUMILDE CONDICIÓN. Santiago 1:9.
  • Una iglesia tan grande como la que Santiago lideraba, por supuesto tenía dentro de sí gente de escasos recursos económicos, y hay una palabra de aliento para ellos y a la vez de desafío.
  • Aquellos creyentes a los que el dinero no les abunda, deben también dar gloria a Dios ¡ya que el gozo no proviene de la abundancia material!
  • Los creyentes dentro de la iglesia cuya condición económica les es limitación, no tienen porqué menospreciarse así mismos ¡ellos también pueden adorar! ¡ellos también pueden formar parte de un cuerpo que no hace distinción de personas!
  • Hay hermanos que se cohíben pensando que en la Iglesia no pueden servir, ya que “no tenemos mucho que dar” Los dones no dependen del dinero. El servicio de Dios nadie lo paga en dinero (nadie da cuotas para ser maestro, por ejemplo) acá todos podemos ser parte de la exaltación a Dios. SIN IMPORTAR NUESTRA CONDICIÓN ECONÓMICA. TODO SE TRATA DEL CORAZÓN
  • Santiago también les dice a los hermanos que, no pueden vivir lamentándose de su condición financiera. No hay que quejarse, maldecir, ni demandar ni a la iglesia, ni a nadie más que les mejoren su realidad económica. La iglesia siempre está para ayudar, cuando se requiera. Sin embargo la principal misión del cuerpo de Cristo es velar por el cumplimiento de la gran comisión, por encima de cualquier otra visión.
  • La exaltación del creyente es Cristo Jesús, nuestra provisión ya fue dada, y solamente Él es suficiente razón para vivir con gozo.
3. UN LLAMADO A LOS DE MEJORES CONDICIONES ECONÓMICAS. Santiago 1:10-11
  • Si el llamado a los de humilde condición es a no menospreciarse dentro de la Iglesia, a los de buenas entradas económicas es a ser humildes.
  • La palabra humillación significa literalmente “pequeñez” para poner en claro que delante de Dios TODOS SOMOS PEQUEÑOS
  • Los de dinero en la congregación no deberían sentirse más ni demandar más exigencias de la cuenta. Ellos no son más especiales que los demás ¡por supuesto hay que amarles! Pero la iglesia no es para extenderles la alfombra roja.
  • Ellos también deben tener la actitud de servicio Y ESTAR HOMBRO A HOMBRO CON LA VISIÓN DE SU PASTOR E IGLESIA.  Sentarse en la misma mesa de sus hermanos ¡y disfrutar de la koinonía (compañerismo) eclesiástica.
  • La esperanza de los creyentes adinerados no debe ser su plata ¡porque ella no se va al cielo! Si la mentalidad y las fuerzas de un cristiano están centradas en solamente producir dinero, su vida será vacía e insignificante y verá como al final de sus días se arrepentirá de no cambiar ese pensamiento (lea lo que dijo Salomón de las riquezas en el libro de Eclesiastés)
  • Todo nuestro dinero, el poco o mucho que tengamos. Se marchitará ¡entonces no vivamos nuestros días sobre la tierra buscando plata! Hay cosas más importantes que eso: Colosenses 3:1-4. Mateo 6:33

 

CONCLUSIÓN

Cada creyente sin importar su realidad debe estar dispuesto a rendirse en beneficio de la obra de Dios.

Ni la escases es excusa para no hacerlo, ni la riqueza tampoco.

Los de humilde condición deben ser parte activa de la obra de Dios y los de más probabilidades financieras también. Porque Dios al salvarnos no se fijó en nuestra cuenta bancaria, sino en nuestra necesidad de perdón, por la abundancia de nuestro pecado.

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